Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Dicen que en verano se disparan los divorcios. ¿Es esa la solución más efectiva?

shutterstock_1941760027(FILEminimizer)

En verano, durante las vacaciones, hay una mayor convivencia en las parejas. Esto hace que aparezcan más roces y que salgan a relucir asuntos pendientes que no han sido resueltos. Una alternativa fácil para poner fin a una situación tensa es la separación. Yo creo que si aún queda algo de amor en la pareja, el divorcio es la última opción. A veces necesitamos ayuda externa para objetivizar las cosas. La terapia de pareja puede ser una ayuda para superar estas situaciones de crisis.

Está claro que no debemos aceptar cualquier base de relación, pero también debemos ser ecuánimes y ver la realidad con cierta perspectiva. Si no hay actos de violencia, bien sea violencia física o psicológica, que estos son palabras mayores, hay que intentar buscar el entendimiento y procurar resolver desde ahí los problemas de pareja. Las parejas de verdad se forjan a lo largo de los años. Con retos y proyectos que han vivido los dos juntos. ¿Vale la pena darle un carpetazo a todo lo vivido porque la situación no es como al principio?

El problema principal de las parejas es la comunicación. Cada uno debe exponer con claridad que es lo que no le gusta del otro y establecer espacios comunes en los que volver a encontrarse. Los psicólogos del gabinete psicoterapéutico pSi Barcelona dicen que hay que ocuparse de las cosas esenciales como punto de partida para superar los problemas que existen en la pareja.

Cada pareja es un mundo. Tienen sus propias características y establecen sus propias normas de relación, pero se puede decir que hay una serie de problemas frecuentes que aparecen en las parejas en crisis y que se manifiestan de una manera o de otra. Estos son los más habituales.

Principales problemas de pareja.

La revista digital «La mente es maravillosa» enumera en un artículo los problemas más frecuentes que sedan en el seno de las parejas. Estos son algunos de ellos:

  • No pasar tiempo de calidad juntos. El distanciamiento va haciendo mella. Puede ser por el trabajo, por las responsabilidades o por el estrés, pero lo cierto es que muchas parejas con el paso del tiempo dejan de pasar tiempo, juntos. Es todo lo contrario a la situación que se da cuando comienza una relación. En la que los dos están ansiosos de estar el uno junto al otro y buscan tiempo para compartir. No hay un problema de falta de tiempo. Esto se aprecia en personas que se han separado y han rehecho su vida junto a otras parejas, sin dar la espalda a sus responsabilidades. Tampoco es un problema de cantidad de tiempo. Puedes cenar todas las noches con tu pareja y ver la televisión y tener una convivencia vacía. Se trata de calidad. Mantener conversaciones interesantes, hacer actividades en pareja que os hagan sentir bien a los dos, buscar momentos de intimidad. La pareja se trabaja.
  • Los celos. Hay quien piensa que los celos se basan en la desconfianza o en las inseguridades de uno de los miembros de la pareja. La raíz de los celos es mucho más profunda. La sociedad en la que vivimos se basa en la propiedad privada. Pensamos que la persona que vive con nosotros es de nuestra propiedad y de nadie más. Por tanto, nos sentimos con derecho para decidir sobre su vida, sobre con quién se relaciona y sobre lo que hace. Esto es un grave error. Nuestra pareja es nuestro compañero de vida. Está con nosotros porque quiere y nos quiere, si no estaría solo o con otra persona. La clave es establecer una relación libre e igualitaria. Esto supone someter a crítica nuestra manera de ver la pareja
  • La falta de un proyecto en común. Una de las cosas que hacen que las parejas se consoliden y perduren en el tiempo es la de tener un proyecto en común a medio o largo plazo. Puede ser formar una familia, impulsar un proyecto profesional en el que los dos se sienten involucrados o alcanzar un determinado estilo de vida. Esto no impide que cada uno de los miembros de la pareja tenga sus propios proyectos personales e intereses individuales, ni que tenga que renunciar a ellos en pro de la pareja. Se trata de buscar el equilibrio y que la identificación con el proyecto común sea consciente y de verdad.
  • Mala comunicación. Una pareja es cosa de dos. Cada una de las partes debe exponer con claridad su punto de vista. En ocasiones esto lleva a hacer pequeñas concesiones y que uno se adapte a los planteamientos del otro. Las personas nos adherimos a lo justo y buscamos que quien queremos sea feliz. Si en ese proceso, uno de los dos considera que está poniendo mucho y no se siente correspondido, debe plantearlo abiertamente. La comunicación entre la pareja debe establecerse desde el respeto y el cariño. No sustituirla por reproches o decir a todo que sí. Esto no lleva a ningún lado. Hay que partir de la confianza en que la otra persona rectificará sus errores, de los que muchas veces, ni siquiera es consciente.
  • Falta de conexión sexual. El sexo es una parte importante en las parejas. Si este no es satisfactorio, se puede convertir en un lastre que va distanciando a la pareja. Como sucede en otros campos, también es necesaria la comunicación. Saber lo que le gusta a la otra persona y buscar espacios íntimos de mutua satisfacción. Otro problema que suele aparecer es que trasladamos al sexo conflictos pertenecientes a otros ámbitos de la pareja. Hasta cierto punto es lógico. No te apetece hacer el amor con alguien que te ha hecho una jugarreta o con quien desprecia otros aspectos de tu vida.
  • Problemas con la familia. Este es un asunto que suele dañar las relaciones de pareja. Son los problemas que tenemos con la familia de nuestra compañera o compañero. Aquí lo primero que debemos tener claro es que nos hemos unido a una persona, no a su madre o a su hermano. No tenemos que caerle bien a la suegra, no es nuestra pareja. Tampoco debemos enfrentar la relación de pareja con la familia. Si hay buena sintonía debe desarrollarse de forma natural. Si no, hay que verlo como un aspecto de la persona a la que amamos, como pueden ser algunas de sus pasiones y aficiones, que puede ser que no compartamos, y no pasa nada. Compartimos otras cosas importantes con él.
  • Los problemas económicos. Se dice que cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana. Las estrecheces económicas pueden generar irritabilidad y malestar. Salvo un determinado tipo de personas, cuando éramos adolescentes no nos enamorábamos de alguien por su dinero, sino por ciertos rasgos de su personalidad. Con el tiempo hemos adquirido un nivel de vida del que nos cuesta desprendernos. Salir de un bache económico debemos verlo como una lucha conjunta en la que los dos remamos en la misma dirección. Después de todo, son las luchas las que forjan la unidad.

Claves de una terapia de pareja.

Para resolver las crisis de pareja, los dos deben estar de acuerdo en hacerlo. Deben ser conscientes de que las cosas entre ellos no van bien y estar dispuestos a solucionarlo. Una terapia de pareja es un medio que nos puede ayudar a conseguirlo. Es una ayuda profesional y externa que nos puede servir para superar una situación anquilosada que no hemos sabido o podido resolverla por nosotros mismos.

El primer paso de una terapia de pareja es volver a abrir los canales de comunicación. Un espacio en el que los dos puedan expresar sus preocupaciones de una forma libre e igualitaria. La revista Psicología y Mente señala que un aspecto importante en estos procesos es aprender a no prejuzgar. Debemos valorar los problemas que han surgido en la pareja desde una cierta distancia, como si nosotros no estuviéramos involucrados, como si le estuviera pasando a una pareja de amigos o conocidos, y no a nosotros. Al mismo tiempo, debemos adoptar una actitud empática. Colocarnos en el papel del otro. Entender lo que está sintiendo.

No hay que evitar las discusiones, solo hay que aprender a gestionarlas. Si hay algo que no nos gusta, no nos debemos callar. Tampoco debemos callar a nuestra compañera o compañero si quiere manifestar algo con lo que no está de acuerdo. Eludir los problemas no los soluciona. Lo que hay que hacer es transformar estas situaciones en un ámbito para resolver los desacuerdos. Hay que impedir que se transformen en un deshago para atacar al otro, en una forma de pelea verbal. Las críticas deben ser una herramienta para transformar, no para avasallar.

Volviendo al principio. Las separaciones y los divorcios, en ocasiones, son la salida fácil. Si queremos a nuestra pareja debemos intentar salvar la situación. Hay veces en que el problema no está en la pareja, sino en nosotros. Se han dado casos de personas que con otra pareja han reproducido la misma relación tóxica o dañina de antes.

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest