Soy Marcos y tengo 34 años. Y la verdad es que pienso que soy de esos a los que la vida no le ha tratado bien. Supongo que habrá gente peor, pero también es cierto que hay gente mejor, y gente que no se lo merece. Desde adolescente, la verdad es que siempre me he sentido mal, y siempre por algo.
Soy de esa generación que ha tenido los dientes torcidos, manchados y algo separados. Coas de los padres que hace años no se preocupaban tanto como ahora. Yo ya soy padre y he llevado a mi hija cuatro veces al dentista y tiene 10 años. Pues como os digo, estos dientes torcidos habían generado en mí una timidez difícil de disimular. Siempre salía en las fotos con la boca cerrada, así que ya os podéis imaginar lo que es para mí.
Nunca, nunca (y se puede ver en mis redes sociales) sonreía en las fotos. Siempre, siempre, evitaba hablar mucho en las reuniones (tanto de amigos como de trabajo) y ni soñando se me atrevía a coquetear con alguien en un bar. Y lo peor de todo es que era una persona inteligente (permítaseme la licencia), amable y trabajador. Pero mi inseguridad me ponía una barrera invisible frente al mundo. Y así fueron muchos años los que tuve que padecer.
Un día todo esto cambió. Vi en una entrevista en la televisión, no recuerdo el nombre del programa, donde un famoso decía que “una sonrisa bien cuidada es tu mejor carta de presentación”. Y cuando dijo esto le salió una sonrisa blanca radiante, de esas que parece un vestido de novia. Así que lo tenía claro. Había llegado el momento. Me armé de valor, me puse a mirar clínicas, y pedir diferentes presupuestos y, tras unas semanas de idas y vueltas, decidí ponerme fundas dentales. Recuerdo que el tratamiento fue rápido, algo incómodo, pero el resultado… wow.
Aún recuerdo cuando la gente de la Clínica Cool Dent cuando me contaron cómo sería el proceso, porque todo hay que decir que yo iba con cierto miedo. Me comentaron que este tipo de carillas se emplean fundamentalmente para enmascarar anomalías del color de los dientes que no pueden tratarse mediante el blanqueamiento convencional. Porque yo siempre pensé que esto se podía arreglar de esta manera.
Es cierto, y puede ser que lo hayas escuchado, también se emplean para disimular alteraciones en el tamaño o forma dentales, dándole al diente un aspecto más ideal.
Una vida que cambia
Y sí, la vida cambia cuando te ves mejor en el espejo. Muchas veces decimos que lo importante está en el interior, pero ya os digo yo que no es así. Que cuando tú te miras al espejo y te ves feliz, todo cambia. No soy poeta, pero os podría decir que ese día, sonreí con los ojos, con las cejas, con el alma, con todas las partes de mi cuerpo. Y la verdad es que esa seguridad fue la que me hizo darme cuenta que mi vida había cambiado.
Mi vida cambió en el trabajo. Empecé a hablar más en las reuniones. Hasta mi jefe lo notó, y oye, que a los tres meses, de repente ascendí de categoría. No sé, pero yo he dejado de creer en las casualidades.
Y mi vida también cambió en lo social. Aún recuerdo la primera cosa que me dijeron mis amigo, esos ‘cabroncetes’ que siempre habían estado en los malos momentos: “¿Y este galán de novela de dónde ha salido?”. La verdad es que ellos también notaron mi cambio. Y tengo que reconocer que lo vieron para mejor, porque en ocasiones yo estaba algo amargado, y no quería ir a las fiestas que ellos iban para no abrir la boca. Y no es una frase hecha.
Y mi vida cambió en lo que yo ya había dado por perdido: el amor. Una vez puestas las carillas dentales conocí a Laura en la fila del café. Estábamos esperando para tomar algo en una cafetería, e hice un comentario sobre el clima. Vale, en este caso no fui muy original, pero oye, que surtió efecto, seguro que mucho mejor que los que este verano ligaban en el Mercadona con la piña.
Y así es como una simple decisión estética cambió por completo mi vida. Como si fueran esas piezas de dominó que se vayan cayendo una a una, pero en este caso para levantar toda una vida. Mi vida se había llenado de magia. No porque los dientes fueran mágicos, sino porque me devolvieron lo que había perdido: la confianza.